Surrealista y bizarra, la la tentación de St. Tony es, tal como reza la cita del Inferno de Dante, un camino recto que acaba por encontrarse perdido. Pero, como siempre, la gracia está en cómo se relata ese camino. Õunpuu decide alejarse de las estructuras narrativas más comunes para ir destruyendo lentamente la moral y la mística del éxito para poder mostrar la perversión. La estética, altamente simbólica, va dibujando la muerte con sus fases, sus momentos de éxtasis. El momento de la realización, cuando las piezas encajan, es el resultado de una narrativa tan condicionada que puede aguantar cualquier conjunto de prejuicios. Tony es tentado por la bondad del amor y la religión, pero consigue evitar el golpe y seguir adelante, entre esa neblina blanca, para seguir devorando al resto de la humanidad desde su coche deportivo.
Una compleja y surrealista fábula que con humor negro y bizarro nos conduce por una grotesca e infernal visión de la sociedad post-soviética. Agitamos Lynch, Passolini, Kafka y Dante en un cocktail que nos serviría Buñuel y damos con esta experiencia cinematográfica única.
No hay comentarios:
Publicar un comentario