Lis, una mujer paralítica, y su disfuncional pareja, Fando, van en busca de la ciudad encantada de Tar, lugar donde se encuentra el éxtasis espiritual. Sin embargo, en el camino se les presentan múltiples personajes y situaciones peligrosas que obstaculizan su llegada a la mítica ciudad. Transitan lastimosamente senderos de mal amor e incomunicación, enredados en un laberinto vacío de hermosas palabras.
Los personajes del alocado mundillo de Jodorowsky son exagerados, extremos e histéricos. Tal vez son reales. O tal vez son imaginarios. Quizás fantásticos. Todos tiene algo que decir y representar. Cada uno es signo y símbolo de una inmensa semántica audiovisual.
Fando & Lis posee el encanto de la osadía y el vértigo que muchas obras ausentan, no solo en el cine, sino en todo lo que se llama arte, cuya mayor virtud es la libertad expresiva de un autor exento de inhibiciones.
Fando y Lis es un monstruo, un artefacto audiovisual de una libertad inaudita. No otorga la mínima concesión y su visionado resulta ser una impactante experiencia, para bien o para mal. Con enervante pulso narrativo, el film se abre paso a machetazos con un lenguaje pocas veces visto en un audiovisual.
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